Para buscar y alcanzar una cima se requiere una gran energía
¿De dónde se puede uno proveer de esa fuerza? No se ha preguntado de dónde sacan tanta fuerza los líderes auténticos, y nos sorprende observar la fortaleza física de un Gandhi, que no corresponde a la energía que desplegaba al encabezar las manifestaciones libertarias de la India.
La fuerza de un Eisenhower, un Churchill, un Cristo, una Golda Meir y otros quienes, aun cuando tuvieron momentos de gran depresión, volvieron con una energía superior. Su secreto era encontrarse nuevamente a sí mismos y, lo más importante, renovarse y fortalecer sus ideales, que son la esencia de la energía en un líder.
La gente aburrida, cansada de vivir y los apáticos tienen en común la ausencia de ideales; son como pozos vacíos, que solamente albergan polvo y alimañas.
En cambio, el ser humano que posee ideales, es como el sol que calienta, que irradia entusiasmo, que arrastra en pos de un sueño. Pero, ¿de dónde provienen los ideales?
Idealista es aquel que cree poder hacer posible lo imposible, que ha encontrado un por qué vivir; es aquel que está dispuesto a dar lo mejor de sí por su objetivo, que extrae lo mejor de sus potencialidades y está dispuesto al máximo sacrificio. Morir por alcanzar un sueño.
El vacío existencial es el síndrome de nuestro tiempo. La carencia de objetivos, el aburrimiento, la falta de sentido y de propósito son la frustración existencial, la enfermedad del siglo, el vivir una vida sin sentido, una vida que no vale la pena vivirse. El epitafio que debiera ser más común en los cementerios: "Nació, creció y murió, y nunca supo para qué existió". Es el causante de que para muchos el peor día de la semana sea el domingo, día de humor negro, pues no hay cosas urgentes qué hacer, y como el ser está vacío de significado, se dedica a fastidiar a los demás.
El doctor Viktor Frankl constató que 40% de sus alumnos en Viena admitía la sensación de falta de sentido de su vida, y entre los alumnos norteamericanos, 81%; y en mi propia experiencia en México, 90%.
Pregúntese ¿cuáles son sus ideales?, ¿por qué estaría dispuesto a dar lo mejor de su vida?, ¿por qué sería capaz de morir? Encuentre su sentido a la vida y déle significado a su diario hacer, y le aseguro que vivirá más intensamente; el sentido de la vida no es algo que se nos da, sino que debemos y tenemos que encontrarlo.
¿De dónde se puede uno proveer de esa fuerza? No se ha preguntado de dónde sacan tanta fuerza los líderes auténticos, y nos sorprende observar la fortaleza física de un Gandhi, que no corresponde a la energía que desplegaba al encabezar las manifestaciones libertarias de la India.
La fuerza de un Eisenhower, un Churchill, un Cristo, una Golda Meir y otros quienes, aun cuando tuvieron momentos de gran depresión, volvieron con una energía superior. Su secreto era encontrarse nuevamente a sí mismos y, lo más importante, renovarse y fortalecer sus ideales, que son la esencia de la energía en un líder.
La gente aburrida, cansada de vivir y los apáticos tienen en común la ausencia de ideales; son como pozos vacíos, que solamente albergan polvo y alimañas.
En cambio, el ser humano que posee ideales, es como el sol que calienta, que irradia entusiasmo, que arrastra en pos de un sueño. Pero, ¿de dónde provienen los ideales?
Idealista es aquel que cree poder hacer posible lo imposible, que ha encontrado un por qué vivir; es aquel que está dispuesto a dar lo mejor de sí por su objetivo, que extrae lo mejor de sus potencialidades y está dispuesto al máximo sacrificio. Morir por alcanzar un sueño.
El vacío existencial es el síndrome de nuestro tiempo. La carencia de objetivos, el aburrimiento, la falta de sentido y de propósito son la frustración existencial, la enfermedad del siglo, el vivir una vida sin sentido, una vida que no vale la pena vivirse. El epitafio que debiera ser más común en los cementerios: "Nació, creció y murió, y nunca supo para qué existió". Es el causante de que para muchos el peor día de la semana sea el domingo, día de humor negro, pues no hay cosas urgentes qué hacer, y como el ser está vacío de significado, se dedica a fastidiar a los demás.
El doctor Viktor Frankl constató que 40% de sus alumnos en Viena admitía la sensación de falta de sentido de su vida, y entre los alumnos norteamericanos, 81%; y en mi propia experiencia en México, 90%.
Pregúntese ¿cuáles son sus ideales?, ¿por qué estaría dispuesto a dar lo mejor de su vida?, ¿por qué sería capaz de morir? Encuentre su sentido a la vida y déle significado a su diario hacer, y le aseguro que vivirá más intensamente; el sentido de la vida no es algo que se nos da, sino que debemos y tenemos que encontrarlo.


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